Anti-especieros (1): Los viajes

Nada más difícil que estar consciente de lo que comes durante un viaje,

Verónica Villa Agudelo

8/1/20164 min read

No puedo creer que han pasado ya tres años desde la última actualización a El Especiero! Le agradezco a mi prima Dora quien para mi cumpleaños me regaló un libro muy interesante sobre el metabolismo, del cual sacaré varias ideas; pero sobre todo, ella me recordó que mucha gente accedía a mis consejos de alimentación y me hizo ver que había abandonado a los lectores de este blog y de mi página! A todos ustedes… perdón!!!

Ayer además, recibí una de esas señales que no pueden ser ignoradas, así que decidí retomar la escritura de la página, la cual adoro y, que ha servido para movilizar cosas maravillosas en mi salud y en mi cuerpo.

Para recapitular, les contaré entonces lo que ha pasado con mi peso corporal durante estos últimos tres años. En 2013 logré la muy anhelada meta de bajar 40 kilios y así me sostuve por lo menos durante un año. Desde entonces he recuperado algún peso (No todo, gracias a Dios!), pero sí pasó. Según los nutriólogos y especialistas, esto es un rebote normal para llegar a un punto de equilibrio.

Pero además, he detectado varios factores “anti-especieros” (Así voy a llamar a estas tentaciones de ahora en adelante), entre los que se incluyen festividades como la navidad, cumpleaños de la mamá, día de madres, cumpleaños de la hermana (Todos en el lapso de abril-mayo), seguido por los cumpleaños de mis cinco mejores amigas (Seis, si contamos el mío, pues todas cumplimos en julio). Y el peor anti-especiero de todos: los viajes!

Amo viajar, y al igual que comer, es otro de mis grandes placeres. No me malentiendan, no estoy dispuesta a abandonar ninguno de los dos. Pero sí puedo asegurarles con certeza que mi aumento de peso comenzó de nuevo en 2014 cuando regresé a Londres a reconectarme con esa ciudad maravillosa que tiene un espacio grandote en mi corazón. El problema es que allá también me reencontré con la custard, o salsa inglesa y con mi propia kriptonita: el hojaldre!

Seamos sinceros. Voy caminando por alguna calle de Londres, con el alma feliz, una gran sonrisa en el rostro y los pies cansados de recorrer la ciudad para tomar fotos hermosas. En la vitrina se asoma un croissant au chocolat, una tradicional tarta de manzana rellena de salsa inglesa o una bebida caliente de Horlicks (Malta pura mezclada con leche). Mi voluntad es fuerte, pero, no me los iba a comer? Ja! Quienes tenemos sobrepeso, tenemos debilidad por la comida. Esto es un hecho. Punto.

De allá llegué con unos tres kilos de más. Todo bien, me sostuve en el peso, nada grave. Pero debo confesar que después de probar de nuevo aquellas delicias que había dejado atrás en los años anteriores, fue difícil recuperar la re-conexión con la alimentación saludable. La retomé, no rebajé tan rápido, pero no subí más. Y entonces, en 2015, se dieron otros tres viajes maravillosos que fueron mi perdición. Los dos primeros ocurrieron por motivos laborales, donde además de conocer de la cultura, lugares mágicos y tomar fotos irrepetibles, pude probar una gastronomía deliciosa.

En el primero, Puerto España (Trinidad y Tobago), la fusión de la comida india y africana produce platillos a los que decir que no es un sacrilegio. Cómo me iba a negar a chapatis amasados en leche de coco, chocolates rellenos de ron, roti trinitario con el que se acompaña el curry, el pelau, un arroz elaborado con todo lo que se encuentre a mano y una bebida que debería ser prohibida de lo deliciosa que es, el peanut punch, una especie de malteada elaborada a base de mantequilla de maní y leche condensada. De Trinidad, además de lindos recuerdos, me traje otros 2 kilos.

Y luego llegó México, destino de mis dos últimos viajes. De México sólo debo decir que hospedarse en un hotel con todo incluido, en un país cuya comida ha sido declarada patrimonio inmaterial de la humanidad es la tentación final para una dieta saludable. Ciudad de México y luego Cancún agregaron a mi rebote, unos cinco kilos más.

Para resumir, de 2013 al momento, he subido unos 10 kilos en total. Y sí, me asusté! No quiero volver a pasar por lo que ya viví con el sobrepeso, pero entonces aquella señal ineludible que recibí ayer, me recordó lo divertido que había sido escribir este blog mientras bajé la gran meta de 40 kilos… así que, por que no retomar con nuevas recetas y viejos consejos esta página, para volver a equilibrar mi cuerpo y luchar contra los anti-especieros. O por lo menos, integrarlos saludablemente a mi vida?

Así que para comenzar, en El Recetario, les dejé un regalo que traje de mi último viaje a Reino Unido: “El desayuno Marjan”, nombrado así en honor a mi gran amiga polaca Marta Marjan, quien en su casa de Aberdeen me preparaba esta delicia culinaria En su versión original es muchísimo más calórica que la receta que les voy a sugerir, pero me dio buenas ideas para crear una versión saludable para El Especiero.

Espero que lo disfruten y gracias por acompañarme en esta aventura hacia la autonomía del cuerpo. La expresión "Autonomía del cuerpo" se la robé a Therese Bertherat, pionera en antigimnasia, una propuesta que estoy conociendo y de la cual les hablaré más adelante. Disfruten!!